martes, 9 de enero de 2018

Cambios cerebrales en la madre, la biología del vínculo.



La llegada de un hijo supone muchos cambios en la vida de los padres, somos conscientes de muchos de ellos, pero otros tantos vienen determinados por la biología y la evolución.


Vamos a describir en el siguiente artículo varios de los cambios por los que pasamos las madres de manera inconsciente pero que tienen gran repercusión para acoger y cuidar bien al nuevo miembro de la familia. Como mamíferos, al igual que otros animales, durante el embarazo sufrimos cambios hormonales que permiten el buen desarrollo del feto y, tras el parto, su correcta alimentación mediante la lactancia materna y su cuidado.  

La biología tiene mucho que ver con la manera en que cuidaremos a nuestros hijos, aunque evidentemente no es un factor exclusivo e influirán otros tantos como nuestra propia crianza y el entorno social en el que criemos a nuestros hijos; pero permitidme que el enfoque del artículo sea biologicista. 

El apego, algo fundamental en muchas especies y en todos los mamíferos, es fundamental para el buen desarrollo neuropsicológico y social del individuo; la evolución se ha encargado de que gran parte de esa información de cuidados correctos venga determinada por la genética, su traducción a cambios hormonales durante el embarazo y su influencia en la conducta de la madre.

El cerebro de la madre cambia a nivel anatómico.

Durante el embarazo, según los resultados Elseline Hoekzema y su grupo de investigación (1) el cerebro de la mujer comienza a modificarse debido a los cambios hormonales que se producen en su organismo. Se centraron en la investigación de la medida de volúmenes de determinadas áreas cerebrales antes y después del embarazo mediante resonancia magnética nuclear (RMN). Analizaron el cerebro de hombres y mujeres antes y después del primer embarazo, y un grupo control de personas nuliparas.

El principal cambio observado fue la disminución de la materia gris y la materia blanca del cerebro de la mujer tras el embarazo. La materia gris disminuyó en varias regiones (córtex frontal, corteza cingulada y corteza bilateral temporal e hipocampo); regiones que están implicadas en las relaciones sociales, la capacidad de comprender nuestro estado mental y el de los demás (es decir, la empatía o “teoría de la mente”).
 
En color las zonas de pérdida de sustancia gris en A) primiparas con concepción natural, B) primiparas con tratamiento de fertilidad y C) nuliparas. (1)

No debe interpretarse como una regresión de las capacidades del cerebro de la mujer, sino como parte de la flexibilidad y adaptación de este órgano para la nueva etapa de la mujer y, por qué no, como un mecanismo biológico que asegure la perpetuación de la especie hablando en términos evolutivos. En otros periodos de nuestra vida sufrimos otras “podas neuronales” debido a los cambios de concentración de las hormonas esteroideas, como en la adolescencia, que ayudan a eliminar sinapsis sobrantes y mejorar la funcionalidad del cerebro. 
Cambios hormonales durante el embarazo. Google.


Estos cambios observados explican la potenciación de la función de estas áreas, lo que ayuda a la madre a dar una atención más adecuada a la cría, que en nuestra especie además son especialmente vulnerables. Estimaron que estos cambios se mantienen durante dos años y luego se revierten. No son cambios sutiles, las investigadoras son capaces de clasificar con un 100% de acierto si el cerebro observado mediante RMN es de una mujer que ha pasado o no por un embarazo (2).

Bermúdez de Castro, que también habla de este estudio en su última obra (Pequeños pasos: Creciendo desde la Prehistoria) refiere que: “La naturaleza parece encargarse por sí misma de proporcionar a todas ellas (las madres) la capacidad mental necesaria para afrontar su maternidad” (3).

Pere Estupinyà, Erika Barba y Susanna Carmona. Fotograma del programa "El Cazador de Cerebros".
Susanna Carmona y Erika Barba (del equipo de investigación de Hoekzema) en el programa “El Cazador de Cerebros” (2) nos hablan del “Mommy brain”, término que explica la nueva forma de funcionar del cerebro de la madre para estar atenta a todo lo que puedan necesitar su bebé. Popularmente se dice que la mujer embarazada o la madre reciente tienen muchos fallos en la memoria, pero lo que realmente sucede es que focalizan su atención y memoria a cuestiones relacionadas con el cuidado de su hijo. La madre puede pasar hasta un 80% de su tiempo pensando en el bienestar de su hijo, dejando de pensar en sus propias necesidades.
Durante el estudio, se realizaron test al grupo de madres y al grupo control, sin encontrar cambios significativos a nivel cognitivo (memoria verbal) entre ambos grupos. Como mencionábamos antes, se ha observado que los cambios a nivel cerebral están relacionados con el vínculo, cuanto más placentero resulta el cuidado del niño, más cambios en la sustancia gris se producen. Este grupo de investigación también estudió a padres, pero por ahora no han observado cambios significativos en sus cerebros.



“El embarazo prepara al cerebro para que la madre haga mejor sus funciones” 
Erika Barba



Oxitocina, un ansiolítico para un mejor cuidado de la cría durante la lactancia.



Mamá rata junto a su cría.
No es el único estudio en el que se demuestra que nuestra propia biología nos prepara y ayuda a ser madres. La oxitocina es una hormona que está relacionada con el control de la agresividad y la ansiedad. Se ha demostrado en roedores que la administración de oxitocina en machos ayuda a disminuir la agresión y promueve conductas sociales, al reducir el miedo social y aumentar la confianza hacia otros sujetos. En hembras tiene el mismo efecto, pero además es una de las hormonas implicadas en el desencadenamiento del parto y la lactancia. En periodos de lactancia la oxitocina se “comporta” de manera especial en la madre, donde se ha constatado que por un lado la oxitocina mejora los cuidados la cría, al funcionar como ansiolítico; pero en contra de lo que cabe esperar, aumenta la agresividad de la madre hacia los machos, lo que ayudaría a la defensa de las crías (4).



En estudios con ovejas, se observó que ovejas a las que se les daba inhibidores de la oxitocina no desarrollaban conductas maternales y las nulíparas adquirían conductas maternales hacía crías cuando se les administraba oxitocina. Lo que refuerza la importancia de las hormonas para el desarrollo de un adecuado vínculo en mamíferos.



Conclusión:



El vínculo y el apego son fundamentales para el crecimiento y la maduración de las personas, está demostrado que malos cuidados en etapas tempranas afectan de por vida a las personas, pudiendo influir mucho en su salud mental y orgánica. Algo que será interesante analizar con mayor profundidad.



Nuestra biología mamífera nos ayuda mediante cambios hormonales a regular las funciones cerebrales para estar preparados para el cuidado de nuestras crías. Las hormonas no sólo se encargan de la parte física del cuidado, como la gestación y la lactancia, sino que nos ayudan a tener una conducta de especial cuidado con los más pequeños para que se críen en un entorno más seguro y cariñoso, donde desarrollar todo su potencial.



Pero, por supuesto, ni las hormonas, ni los volúmenes cerebrales por si solos asegurarán una infancia feliz.






Bibliografía:



(1)  Pregnancy leads to long-lasting changes in human brain structure. Elseline Hoekzema et al. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27991897


(          (3)  “Pequeños pasos: Creciendo desde la Prehistoria” (Drakontos) Jose Mª Bermúdez   de Castro José Mª y Elena Bermúdez de Castro López.

(4)  Papel de la oxitocina en la regulación de la agresión. Mercedes Martín-López et al. http://www.elsevier.es/es-revista-psiquiatria-biologica-46-articulo-papel-oxitocina-regulacion-agresion-S1134593416300859