miércoles, 30 de marzo de 2016

La caza de brujas

El origen de las brujas se remonta a la antigüedad, pero la imagen actual que tenemos de ellas se desarrolló en la Edad Media. En esa época la religión cristiana no era tan uniforme como nos han hecho pensar, sino que había muchas vertientes y mezclas con rituales pagános propios de cada localización geográfica. 

Algunos grupos de personas utilizaban diferentes tipos de tóxicos obtenidos de plantas como la belladona (intentaré profundizar en sustancias alucinatorias más adelante) para tener experiencias fuera de lo común, para conseguir desinhibirse, tener alucinaciones visuales, auditivas, táctiles o delirios como conseguir hacer largos viajes por el cielo en pocos segundos. Algunas mujeres hacían pastas con estas sustancias alcaloides y las untaban en diferentes partes de su cuerpo, llegando incluso a aplicarselas en la zona genital mediante un palo. Seguramente ahí es donde naciera nuestra imagen actual de las brujas, mujeres que "viajaban" en escoba, teniendo diferntes tipos de experiencias alucinatorias. Estas personas no suponían ningún riesgo para el resto de la sociedad y menos aún para el cristianismo, pero se inculcó miedo a la sociedad hacia las personas que realizaban estas prácticas.
Durante los siglos XVI y XVII en Europa se produjo una caza de brujas sin precedentes. La inquisición juzgó de manera sistemática a mujeres (principalmente) a las que torturaba durante días, con los métodos más cruentos inventados por el hombre hasta esa fecha, para obtener una declaración de culpabilidad y el nombre de otra posible bruja con la que continuar la cacería. Este tipo de persecución que se basaba en especulaciones y falsos testimonios se mantuvo en el tiempo de manera que nos puede parecer ilógica.
¿Por qué le preocupaba tanto a la Iglesia la posible existencia de brujas? ¿Por qué solo aparecían en clases bajas? ¿Por qué gastar tanto tiempos y recursos en combatir la brujería cuando había muchos levantamientos mesiánicos contra la Iglesia?
Según Marvin Harris, en su libro "Vacas, cerdos, guerras y brujas", la Caza de brujas era una maniobra de distracción de las altas esferas para que las grandes masas pobres e ignorantes creyeran que el origen de sus males estaba en el vecino de al lado y no en su señor. Que se mueren tus hijos, no es por hambre, es por el mal de ojo de la vieja que vive junto a ti; que enfermas, no es por la falta de salubridad, es porque la mujer del vecino te envenenó... Así se podían justificar epidemias, desastres naturales y las malas condiciones sociales derivadas de un reparto no equitativo de los recursos. Los poderosos consiguieron evadirse de masas enfurecidas y poder continuar con un sistéma económico feudalista, en el que cada día se exigía más al campesino, aumentando las diferencias económicas entre clases.


Me planteo que tipo de caza de brujas tenemos en la actualdiad, diferentes tipos de sucesos que son magnificados para que no fijemos nuestra atención en aquellos problemas que realmente nos afectan. Las brujas del medievo ya no son temidas por nuestra sociedad, tal vez las brujas de hoy en día sean los emigrantes que esperan entrar en Europa, huyendo de la barbarie. Muchos piensan que van a venir a quitarnos nuestra confortable vida. En Europa cada vez están surgiendo más organizaciones y grupos de ultraderecha que se manifiestan en contra de acoger a estas personas, los gobernantes hacen promesas que luego no cumplen y no se preocupan en garantizar los Derechos Humanos, además por otro lado forman a terroristas y luego se lavan las manos; las multinacionales están cada vez más ávidas de benefícios, sin códigos éticos, sin importarles sus trabajadores; especuladores de bolsa que deciden que es valioso, a quién hundir econcómicamente; vendedores de armas sin escrúpulos... Buscamos el origen de nuestros males en lo accesible, en el vecino, en el emigrante, para poder controlar lo incontrolable.

Todas estas injusticias creadas o potenciadas por los más poderosos las pagamos los más humildes, pero nuestras brujas se concentran a las puertas de Europa. 


Lectura recomendada:  "Vacas, cerdos, guerras y brujas" de Marvin Harris, publicado por primera vez en 1980. 

miércoles, 16 de marzo de 2016

Catatonía para dummies

La catatonia es un síndrome clínico caracterizado por alteraciones sorprendentes del comportamiento que pueden incluir la inmovilidad completa o la excitación motora, con movimientos extraños y sin sentido.

Kahlbaum
Fue descrita por primera vez en 1874 por Kahlbaum, que describió una constelación de síntomas que observaba en sus pacientes consistentes en: mutismo, catalepsia (inmovilidad), negativismo profundo (no colaborar), estupor (nivel de conciencia disminuído), manierismos, agitación, estereotipias (movimientos repetitivos sin utilidad), muecas, ecolalia (repetición de palabras) y ecopraxia (repetición de gestos). Acuñó el síndrome como Katatonia


Mueca
Cuando hablamos de la catatonia todos solemos pensar en un paciente esquizofrénico que, de manera súbita o progresiva, comienza a disminuir sus movimientos hasta el punto de quedarse quieto como una estatua, sin hablar ni poder comunicarse con su entorno. En este estado de inmovilidad el paciente adopta posturas extrañas, que pueden ser muy incomodas, manteniéndolas de manera sostenida en el tiempo. Estas posturas se pueden modificar por el examinador, que puede moldear el cuerpo de su paciente como si fuera una barra de cera (flexibilidad cerea, ver vídeos al final del post). Este tipo de catatonía se denomina estuporosa, pero existe otro tipo en el que predominan un patrón de síntomas como le ecolalia, ecopraxia, la obediencia automática y los movimientos estereotipados que es conocida como delirante.

Inmovilidad cerea.
La etiología (origen) del cuadro no es exclusivamente psiquiátrico, de hecho, el médico debe descartar en primer lugar enfermedades de origen infeccioso, metabólico, neurológico o tumoral. Descartados este tipo de procesos se puede dar un origen psiquiátrico a la catatonía. A pesar de que históricamente se ha relacionado la catatonia con la esquizofrenia, es mucho más frecuente que se deba a trastornos del estado de ánimo (fases maniacas).

El tratamiento consiste en administrar benzodiacepinas a dosis altas, si en unos días no cede el cuadro será necesario dar terapia electroconvulsiva (TEC). Sobre el TEC hay mucha falta de información y tenemos la imagen violenta de "Alguien voló sobre el nido del cuco", pero es una técnica segura que se realiza bajo anestesia general. Se induce en el paciente una convulsión bilateral generalizada que "resetea" el sistema nervioso central, al modificar los sistemas de neurotransmisión. Gracias a ello en unas pocas sesiones el paciente sale del estado de catatonía sin implicar mayores complicaciones en su estado de salud. Los efectos secundarios del TEC son amnesia transitoria y cefalea.


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
  • Libro: Catatonía. Max Fink y  Michael Alan Taylor. Explica bien que es la catatonía y pone multitud de casos clínicos para comprender los diferentes tipos.
  • Monográfico de la Revista Colombiana de Psiquiatría, pdf: Catatonía un síndrome neuropsiquiátrico



lunes, 7 de marzo de 2016

Combatir la pseudociencia para una mejor salud y cultura.

La pseudociencia está en el punto de mira crítico en las últimas semanas, gracias al trabajo de muchos científicos y no científicos que han decidido hacer un esfuerzo por mostrar a la población la falta de eficacia de estas llamadas "terapias alternativas". El problema principal de seguir estas "terapias alternativas" es que el usuario puede poner su salud en peligro por tres motivos principales: que se trate de sustancias o técnicas directamente dañinas para el organismo, que sean inocuas pero se esté rechazando un tratamiento real y consolidado por la comunidad científica, o que puedan interferir en un tratamiento haciendo que aumente o disminuya la eficacia del fármaco pautado por un profesional médico.

La pseudociencia no es nada nuevo, ha acompañado al hombre desde que éste decidió buscar remedios con intención de poder controlar la naturaleza para mejorar su salud. Durante milenios diferentes figuras sociales se han encargado de luchar por la salud de sus iguales, desde antiguos chamanes, pasando por curanderos hasta llegar a médicos y cirujanos. Intentaban comprender la naturaleza humana, dando explicaciones plausibles a nuestra composición corporal o el origen de diversas patologías. La mayoría de remedios no eran efectivos, aunque poco a poco algunos fueron demostrando con el método de acierto y error de su utilidad. Se fue moldeando el método científico, como aval para demostrar la utilidad o no de diferentes terapias hasta su pleno desarrollo en los últimos siglos.

La medicina moderna se basa en un conjunto de técnicas y tratamientos que han demostrado su eficacia de manera objetiva, describiéndose los límites, los efectos beneficiosos y adversos de cada uno. Los tratamientos actuales han tenido que demostrar ser superiores al efecto placebo y se han medido de manera objetiva diferentes parámetros biofísicos que han constatado el efecto beneficioso.



Evidentemente aún la ciencia no ha encontrado remedio para todo aquello que altera nuestra salud, aquí es donde muchos aprovechan para jugar con los deseos de curación del enfermo y ofrecen terapias pseudocientíficas, sin ningún tipo de aval científico y que no solo son inefectivas, sino que pueden ser dañinas para la salud. Como personas tenemos la necesidad de encontrar una respuesta o una solución para aquello que nos preocupa, más aún si se trata de restablecer nuestra salud, esto genera que cada persona tenga un conjunto de creencias propias, tanto en aspectos religiosos, místicos o supersticiosos. Son respetables las creencias individuales de cada uno, pero inadmisible que un profesional de la salud imponga su sistema de creencias al paciente que acude a él confiando en su titulación y experiencia. Por otro lado también es inadmisible es que se venda como ciencia aquello que no lo es, que se sigan ofertando como válidos remedios antiguos o modernos que de manera científica se ha demostrado su ineficacia y, lo peor de todo, que se invalide la opinión de los auténticos profesionales de la salud, su saber y su formación.

Profesionales y pacientes tenemos la obligación de ser críticos con la información que recibimos y no dejarnos embaucar cuando la ciencia aún no ha hallado la solución a nuestros problemas.

Más información en APETP: