martes, 7 de mayo de 2019

Cómo funciona un hospital psiquiátrico en el siglo XXI


Los hospitales psiquiátricos son lugares donde ingresan personas con un trastorno mental grave, en la que han fracasado los recursos comunitarios para su buena adaptación a su comunidad. 

La Reforma Psiquiátrica de 1985 abogó por el cierre de los manicomios, por lo que muchos de ellos cerraron. La salud mental debía se potenciada la comunidad y potenciar el tratamiento ambulatorio, evitando así los ingresos hospitalarios. La reforma psiquiátrica se topó con una parte de pacientes muy complejos, con una enfermedad crónica muy incapacitante y que no tenían apoyos o recursos sociales suficientes para vivir en su comunidad. Muchos de ellos eran mayores, sin familiares y sin capacidad para cuidarse.

Muchos manicomios continuaron funcionando para asistir a estas personas, pero fueron transformados de manera radical para que no se dedicaran a acoger y aislar de la sociedad a las personas con enfermedad mental, sino que también se les diera un tratamiento adecuado que permitiera tener la mejor vida posible y en algunos casos la vuelta a la sociedad. 

La mejoría de los tratamientos asertivos comunitarios supondrá a la larga minimizar el número de nuevos ingresos en estos centros, siempre y cuando aumenten los recursos en la comunidad.

El paciente es propuesto para ir a un hospital psiquiátrico:

Para que una persona sea ingresada en un hospital psiquiátrico, ha de cumplir los criterios de trastorno mental grave (TMG), que viene definido por los siguientes criterios:

1. Tener un diagnóstico de enfermedad mental grave:
  • Psicosis no orgánica.
  • Trastorno bipolar.
  • Trastorno depresivo grave recurrente.
  • Trastorno obsesivo compulsivo.
  • Algunos casos de trastorno de la personalidad.  
2. Duración de la enfermedad:

No solo importa el diagnóstico, también el tiempo de evolución de la enfermedad, siendo necesario un mínimo de dos años desde el diagnóstico y un empeoramiento los últimos 6 meses, pues al inicio de la enfermedad los síntomas pueden ser importantes pero pueden tener una buena respuesta al tratamiento. 

También en este punto se tiene en cuenta el uso de recursos en la red de Salud Mental que ha utilizado. Las personas con trastorno mental grave han pasado por dispositivos ambulatorios y de estancia media, en los que ha fracasado el tratamiento o tras el alta han vuelto a presentarse los síntomas más invalidantes. 

3. Presencia de discapacidad:

Las personas con un TMG ven muy comprometidas sus capacidades de trabajar , ya sea por pérdida de capacidades cognitivas, como por la dificultad de mantener una rutinas adecuadas y una ausencia de síntomas que le permitan desarrollar con normalidad su trabajo e interactuar con sus compañeros. 
También en este apartado tendremos en cuenta a aquellas personas en edad de formación que no pueden continuar con sus estudios por las dificultades que les produce su enfermedad.

La discapacidad se puede resumir en varias carencias:
  • Necesidad de ayuda y supervisión para realizar las actividades básicas de la vida diaria, y las actividades instrumentales: aseo, limpieza del domicilio, comprar en el supermercado, organiziar el dinero.
  • Necesidad de apoyo económico para garantizar unas condiciones dignas de vida fuera del hospital.
  • Necesidad de asistencia psiquiátrica y judicial por realizar acciones poco apropiadas para la sociedad actual.
Cuando una persona cumple estos tres criterios: el diagnóstico de enfermedad, el fracaso del tratamiento y la presencia de discapacidad, su psiquiatra o profesional de referencia propone al paciente para el ingreso en una unidad de larga estancia, unidad residencial rehabilitadora u hospital psiquiátrico (son los diferentes nombres que se les da). Para ello se aporta información de todos los profesionales implicados responsables, principalmente el psiquiatra y el trabajador social, además de información facilitada por terapeutas ocupacionales, psicólogos, enfermeros u otros profesionales que hayan trabajado con el paciente. El caso pasa generalmente a una comisión de TMG que valora el ingreso o no, y lo prioritario que es (valorando ambiente socio-familiar, estado clínico actual...)

El paciente ingresa en el hospital psiquiátrico y su día a día.

Una vez ingresado, el paciente es recibido por todos los profesionales que componen el equipo, que se encargarán de diferentes aspectos del tratamiento. Los primeros días pueden resultar duros, pues no conocen el centro, ni a las personas que pululan por él. Muchos pueden haber ido de manera involuntaria, lo cual dificulta ese primer contacto con el centro.

La persona conoce esos primeros días su habitación, a sus compañeros de habitación, a los compañeros de comedor, los horarios generales de aseo, comidas y actividades. Esos primeros días se reunirá de manera individual con diferentes profesionales, por lo que poco a poco empezará a participar en las actividades de terapia ocupacional y de psiquiatría. 

Todas las unidades tanto de media estancia como de larga estancia tienen un horario fijo para aseo, comidas y actividades, que nunca rellena todo el día del paciente. Puede parecer tedioso, pero la estructuración del día facilita mucho la adquisición de hábitos saludables y son un paso importante para la autonomía.

Las personas que están ingresadas en una unidad de larga estancia pueden salir del centro a pasear, a algunas actividades culturales y deportivas, o simplemente a tomar un café. Estas salidas son autorizadas generalmente por el psiquiatra en coordinación con el resto del equipo, que pueden ser los que hayan propuesto la actividad o salidas autónomas propuestas por el propio paciente. Esto sorprende mucho a mi entorno cuando lo cuento, pero es que no hay que olvidar que se trata de un centro rehabilitador, no de una cárcel, y el objetivo es ayudar a llevar una vida lo más integrada en la sociedad.

El equipo multidisciplinar

Los centros actuales se basan en un trabajo multidisciplinar, para poder trabajar en todas las carencias que tiene el paciente. 

Expondré como se dividen las principales tareas en el centro en el que estoy:
  • Psiquiatra.
    • Revisión del diagnóstico y tratamiento.
    • Ajustes de medicación.
    • Terapia individual y grupal.
    • Grupos de psicoeducación.
  • Enfermera.
    • Cuidados de enfermería.
    • Coordinación con auxiliares de enfermería.
    • Coordinación con cocina.
    • Administración de medicación. 
  • Terapeuta ocupacional.
    • Evaluación y rehabilitación de actividades básicas e instrumentales de la vida diaria. (Tareas que comprende desde el aseo a cocinar y organizar sus finanzas).
    • Programas de ocio y deportivos.
  • Trabajador social.
    •  Estudio y valoración social del paciente: entorno social, familiar y personal.
    • Valoración de la solicitud de grado de dependencia o de discapacidad.
    • Coordinación con otros recursos socio-sanitarios de cara al alta.
  • Médico. 
    • Diagnóstico y tratamiento de enfermedades orgánicas.
    • Derivación a especialistas si existe una patología que no pueda ser tratada o diagnosticada en el centro.
  • Psicólogo clínico. 
    • Psicoterapia individual o grupal.
    • Evaluaciones neuropsicológicas. 
  • Auxiliar de enfermería.
    • Asistencia directa a los pacientes para la realización de actividades básicas como el aseo o la alimentación.
    • Observación del paciente, pudiendo avisar a otros profesionales de posibles empeoramientos o informar de cómo se maneja en determinadas situaciones. 

Mejorar o no mejorar esa es la cuestión

Hay muchas personas que a pesar de todo este trabajo no tendrán unos resultados de mejoría que puedan permitirles llevar una vida más autónoma. Muchos son resistentes a los tratamientos y presentan unas alteraciones conductuales que dificultan mucho su relación normal con la comunidad. La vida en estos centros asegura una calidad de vida buena, digna y con un tratamiento integral de sus problemas de salud. Se les ofrece actividades para disfrutar de su día a día en la medida de sus posibilidades.

Otras personas mejoran mucho, vuelven a se capaces de ser autónomos en su propio cuidado, con o sin supervisión. Esas personas podrán volver a su comunidad de origen y llevar una vida "normal" (¡qué es lo normal!). Necesitarán la mayoría de ellas un apoyo en forma de pisos tutelados y miniresidencias, pero la falta de recursos hace que esta salida pueda demorarse en el tiempo. ¡¡Invertamos en salud mental!!

Hay personas, aunque son las menos, que vuelven al mundo laboral. Muchas más entablecen relaciones estables con parejas, que les dan un apoyo muy importante. Muchos mejoran la relación con su familia, con la que vuelven a tener contacto, a hacer cosas juntos, a disfrutar compartiendo tiempo juntos.

Para terminar una canción de Víctor Manuel sobre una parjea que se conocieron siendo internos de un centro de personas con discapacidad intelectual, se enamoraron y consiguieron tener una vida autónoma.