El mundo actual es como la sabana, un lugar amplio, casi infinito, donde sobrevive el más fuerte y no hay recursos para todos. Estamos rodeados por muchísima información que nos puede orientar hacia cual puede ser nuestro siguiente paso a la supervivencia. El problema radica en que hay tal bombardeo de información, como el sol abrasador de la sabana, que muchas veces nos tenemos que arrastrar a las galerías subterráneas que excavamos para no acabar conmocionados. Cada vez somos más incapaces de tolerar información consistente y sólo nos documentamos a través de titulares, la mayoría de ellos sensacionalista. Es normal que sintamos una sensación continua de vértigo viviendo en el siglo XXI, pero es posible aprender y reflexionar sobre cualquier cuestión desde pequeñas entradas de blog que luego nos dirijan a información más completa si la necesitáramos.
Cuando no entendemos lo que nos sucede y rodea, nuestra mente racional (o no tanto) intenta encontrar una respuesta, en la búsqueda de esta respuesta podemos aferrarnos a muchas supersticiones y absurdos para encontrar seguridad. Muchos profesionales incurren en este error y trasmiten falsas creencias al resto de personas, por eso hay muchas teorías que debatir y derrumbar.
Todos somos ciencia, todos podemos comprenderla, sólo hay que abrir los ojos y viajar con menos prisa.
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