martes, 31 de enero de 2017

Múltiple, sus múltiples errores y la personalidad múltiple

Si tuviera que ponerle nombre al género de esta película no dudaría en llamarlo psiquiatría de ficción. "Múltiple" es un film que hay que ver sabiendo lo que es: pura ficción.

(CONTIENE SPOILERS)

El que vaya al cine creyendo que va a aprender algo de psiquiatría que se olvide, se usa el morbo de la enfermedad mental para reinventar un trastorno ya de por si muy polémico en el mundo de la psiquiatría. El trastorno de identidad múltiple es poco frecuente, tan poco que muchos profesionales dudan de su existencia. Al igual que en la película la clasificación de este trastorno crea mucha controversia, para unos es un claro síntoma neurótico, para otros un síntoma psicótico y para otros pura simulación. 

¿Qué es el trastorno de identidad múltiple? 

El trastorno de identidad múltiple se engloba dentro de los Trastornos de identidad disociativos, que son aquellos en los que hay una interrupción en la conciencia o la propia identidad. Consiste en el desarrollo de una o varias personalidades diferentes a la innata de un mismo sujeto. Estos "estados de la personalidad" están bien definidos, haciendo que el sujeto se comporte como una personta totalmente diferente cuando está "poseído" por otra de sus personalidades. Es decir, cada personalidad extra tendría una perspectiva propia para percibir el mundo, para responder a estímulos, para emocionarse o comportarse según las vivencias de ese momento.  El sujeto no puede preveer cuando cambiará de personalidad (disociación) y no recordará nada o casi nada al "volver en si" de los periodos en los que esta disociado (fuga disociativa); ya que estas personalidades serían idependientes entre ellas. 

Además el cuadro se acompaña de lapsos de memoria, siendo incapz de recordar cosas recien ocurridas, información personal importante o sucesos traumáticos del pasado. Se les describe también como personas aleladas o ensimismadas, que parecen que prestan poca atención a su interlocutor, llegando a parecer desinteresadas y maleducadas. Esto provoca una mala adaptación a entornos familiares, escolares o laborales.

El origen de este cuadro se produce a consecuencia de traumas, principalmente en la infancia, cuando aún se está desarrollando la personalidad. Muy frecuente en niños que han sufrido abusos sexuales o maltrato, generando una respuesta de escape a esta situación de indefensión constante "yendose" del medio hostil (disociación). Se da en porcenajes parecidos entre hombres y mujeres (1,6% y 1,4%), aunque en la edad adulta se ven más casos de mujeres en la consulta dado que los hombre tienden a minimizar los síntomas u ocultar los antecedentes de traumas.


¿De qué va "Múltiple"?
"Múltiple" narra la historia de Kevin Wendell Crumb, un hombre joven que sufre un caso extremadamente extraño de personalidad múltiple, llegando a desarrollar hasta 22 personalidades diferentes. Kevin acude con regularidad a la consulta de la Dra. Fletcher, que le ayuda a poner cierto orden entre sus diferentes personalidades para que aquellas que tienen más facilidad de adaptarse a la sociedad sean las que lideren el comportamiento de Kevin. Lo que no sabe la Dra. Fletcher es que las dos personalidades más disociales de Kevin son las que han tomado el control y han secuestrado a unas adolescentes, con intención de sacrificarlas en aras de la llegada de una nueva personalidad, más poderosa que el resto.

Kevin, el protagonista de la película, presenta su primera personalidad "extra" con 3 años, cuando aparece Dennis, un obsesivo compulsivo con rasgos disociales. Dennis es la respuesta a una madre maltratadora y tiránica, que pretende que un niño de corta edad sea capaz de mantener el orden y la limpieza de un adulto entregado a esa tarea concienzudamente. Luego fueron apareciendo el resto: Hedwin, un niño de 9 años que busca siempre la aprobación del resto de personalidades; "La señora" una mujer fría y rígida, que se alía con Dennis para que la llegada de la bestia sea perfecta; Barry, un hombre sensible, con gusto por la moda, que "lidera" a las personalidades no disociales; Orwell un hombre atormentado, verborreico y prolijo, que tiene un discurso lleno de multitud de referencias históricas y bélicas; o Jade, una mujer enfadada por ser la única con una enfermedad orgánica.

De izquierda a derecha: Dennis, La señora, Hedwin, Barry y "La bestia"

Análisis Psiquiatraca:
Ahora nos centraremos en el análisis psiquiatraca de la película. Más allá de que es pura ficción el desarrollo de tantas personalidades, hay que destacar otros errores psiquiátricos que desinforman mucho respecto a este trastorno. Esto no ocurriría en una película sobre cirujanos (un buen apunte que he leído por ahí) y no deja indiferente a los trabajadores de la Salud Mental (leer el post de Nurse Lecter sobre esta misma película). Muchos son errores imperdonables dado que se vende cómo una película muy bien argumentada y contrastada:

- La aparición de otra "identidad" se produce en un momento de disociación, por lo que no se podría recordar después lo ocurrido o sólo en parte. Las identidades son independientes unas de otras, no pueden dialogar entre ellas, por lo que Kevin debería quedarse muy perplejo al encontrar tres chicas en su sótano. Como bien señala Nurse Lecter en su blog, tampoco pueden aparecer dos a la vez e interactuar.

- Si se diera una persona con tal cantidad de personalidades sería muy difícil que llevara una vida medianamente organizada: desde mantener un empleo (que ya señalaba la Dra. Fletcher) o el secuestro bien organizado de tres adolescentes. Estas personas sufren muchos problemas de concentración y de memoría en su día a día, por lo que ya es muy complicado desarrollar rutinas normales como para que cada una de las 22 personalidades lleven vidas plenas independientes: Kevin trabajando en un zoo, Barry haciendo diseños, Dennis limpiando y ordenando todo a su paso, Hedwin pintando y decorando su habitación...

- Cada personalidad no puede ir cambiando el organismo y su funcionamiento. Eso de que Jade fuera la única diabética, o que "la Bestia" sea casi inmortal, con gran desarrollo muscular y de fuerza no tiene ningún tipo de sentido, ni precedente médico. La Dra. Fletcher en la película, para más inri, hablaba del caso de una mujer alemana que era ciega, que desarrolló trastorno de idendntidad disociativo y varias de sus personalidades habían recobrado la vista milagrosamente, pues "habían reparado" el nervio óptico. Pues no, eso si que no. Podría ser en parte real si la paciente fuera ciega por un trastorno conversivo (en el que no hay ninguna lesión orgánica) y otra personalidad viera dado que no existe una lesión real. 

- Las personas con Trastorno de identidad disociativa o personalidad múltiple no son psicópatas. Lo repito: NO SON PSICÓPATAS. Lo que les gusta en el cine hacer psicópatas a toda persona que sufre un trastorno mental. Alguien podrá argumentar que si leemos el DSM 5 podemos encontrar "los varones suelen mostrar comportamientos más criminales o violentos", pero de ahí a desarrollar un frío secuestro para despedazar a jovencitas por un ritual en el que el sujeto se cree una bestia creo que hay un abismo. Porque lo de violento es más en la línea del descontrol de los impulsos que de una conducta psicópata fría y calculadora. Dejemos de crear monstruos a costa de estas personas, porque es difícil sacar luego esta idea de la sociedad.

Un último apunte de psicopatología.

Casey es una de la adolescentes secuestradas, la única que sobrevive a "La Bestia". Ella es secuestrada por error, dado que Dennis había seleccionado a las otras dos amigas porque le parecían "impuras" debido a que llevaban la vida fácil y desentendida que Kevin no puedo tener en su infancia debido a los malos tratos. 

Dedico este pequeño espacio a ella porque es un caso muy frecuente y muy olvidado, el de aquellas personas que sufren abusos sexuales por parte de familiares cercanos y viven creyendo que son sucios y sin derechos a llevar una vida normal. Casey se muestra al mundo como una chica conflictiva, que no necesita que nadie se acerque a ella, seguramente porque cuando "la han rescatado" (su tío se hace cargo de ella al fallecer su padre) ha sido a costa de aprovecharse de ella y abusar de ella. No es de extrañar que por ello sea la que se mantiene con mayor entereza de las tres jóvenes y sea capaz de aconsejar a las demás como actuar: orinarse encima para que no abusen sexualmente, buscar con inteligencia una salidad, mantener la concentración para "invocar" a Kevin diciendo su nombre completo...

Casey huyendo a través de los pasillos de "la Bestia".

Muchas personas que tienen este tipo de antecedentes desarrollan un trastorno límite de la personalidad, con conductas impulsivas, incapacidad para hacer amistades sólidas por sentimientos de poca valía y falta de confianza hacia los demás... Casey es una chica que se mete constantemente en problemas por lo que está castigada y así consigue aislarse en el aula de castigo, con ello consigue ganarse la confianza de Hedwin. Cuando "la Bestia" está a punto de matarla, ve las cicatrices de su cuerpo, fruto de autolesiones infringidas durante años, lo que le hace recapacitar y no quererla matar pues "los que han sufrido son puros".


 La gran cagada de la Dra. Fletcher

Tenía que dejar un apartado especial para la psiquiatra-psicóloga-terapeuta o lo que se quiera hacer llamar la Dra. Fletcher, esa señora de pelo blanco entrañable, que ha dedicado toda su vida a sus pacientes, siendo capaz de sacrificar una vida personal por la de ellos.

La Dra. Fletcher creyendo que controla lo que ocurre en su consulta.

Es el esperpento de muchos trabajadores de salud mental que pretenden ser tan "guays" que pierden el norte respecto a su papel y responsabilidades frente al paciente. Esta señora pretende alcanzar la fama mundial con la descripción del caso de Kevin, que cierto es que si fuera algo real todo psiquiatra fliparía con un caso tan florido, pero en vez de tratarlo se dedica a echar leña al fuego y reforzar lo patológico del paciente. Porque esta moda de normalizar la enfermedad mental hay que hacerla con más sentido común, hay que minimizar el estigma social pero no a consta de normalizar y reforzar los problemas, sin tomar las medidas terapéuticas adecuadas. Todos entendemos el sufrimiento humano que supone tener un trastorno mental, por las dificultades que produce para adaptarse y llevar una vida plena. Pero no debemos dar un falso mensaje de que eliminar las personalidades extras es mutilar a nivel psicológico al paciente y asesinar a las personas que viven en él. Es un mensaje muy alejado de la realidad, que perpetúa la discapacidad.

Esta señora es una negligente, pues teniendo la fórmula para traer a Kevin a un primer plano (decir su nombre completo: Kevin Wendell Crumb) prefiere dejar que viva un embrollo de personalidades, sin que ninguna pueda llevar una vida plena. Ella cree que puede predecir la evolución y comportamiento de Kevin, cree que puede ir a donde vive y poner orden de nuevo entre las personalidades, darle poder a las que piensa que son más adecuadas. Ella se confía y, a pesar de ver una cadena alarmante e interminable de emails pidiedo socorro, en vez de pedir ayuda a algún compañero o fuerzas de seguiridad para que le acompañen, se adentra en la "guarida de la bestia" y encuentra su propio fin.

Pero a pesar de todo...

La película he de reconocer que me ha gustado y me ha mantenido expectante en todo momento, aunque hay quienes la tachan de lenta y yo me he cabreado con alguno de sus "argumentos psiquiátricos". Si la ves como puro género de ciencia ficción es una historia interesante y morbosa. James McAvoy intrepretando a Kevin y su infinidad de personalidades me ha parecido brillante, muy difícil es tener la capacidad de interpertar personajes tan dispares en una misma cinta. 

Este es el cartel que más me ha gustado de la película.
Si teneis más ganas del tema:
Blog de Nurse Lecter @Nurse_Lecter
DSM 5: Trastorno de identidad disociativo (300.14)

jueves, 12 de enero de 2017

Alcoholismo, de inmoralidad a enfermedad



El kuhúl como le llamaban los árabes hispanos o el alcohol, como le llamamos hoy en día, es la droga con mayor aceptación en nuestra sociedad. No hay evento socio-familiar en el que falte vino o cerveza para comer y una copa para el postre, haciendo que la velada sea más llevadera si alguna compañía es desagradable, subiendo el nivel de la algarabía si hay confianza entre los comensales y, como todos sabemos, apareciendo perdida de la dignidad cuando excedemos unos límites de alcoholemia que ya no son tolerados por el resto de los reunidos. 
La última cena de los borrachos. Imagen típica de cualquier bar o tasca a partir de ciertas horas.


Baco o Dionisio
Esta escena tan conocidos por todos surgió en el hogar de los hombres hace miles de años, cuando decidimos hacernos sedentarios para poder plantar viñedos, recoger sus frutos y dejarlos fermentar. No solo ha tenido uso recreativo y social, en casi todas las religiones el alcohol es un vínculo con la Divinidad.  Primero en rituales ancestrales que poco a poco fueron evolucionando, creándose en cada religión una divinidad propia para las bebidas espirituosas: Osiris reveló a los egipcios como hacer el vino; Dionisio o Baco fue un dios liberal, con gusto por las fiestas y la embriaguez; y los cristianos convierten el vino en la sangre de Cristo. Por ello el uso del alcohol está tan extendido y forma parte de nuestra cultura, al que muchos no piensan renunciar aunque recientemente la OMS haya recomendado no consumir alcohol, pues se trata de un cancerígeno aunque se tome a dosis moderadas. 


El alcoholismo es un problema de salud pública que nos acompaña desde hace milenios, pero inicialmente se veía más como un problema para el orden público que como un problema de salud. Las primeras medidas que se tomaron fueron de carácter represivo y no curativo, encerrando en la cárcel a los borrachos que armaban lío o cometían algún tipo de delito bajo los efectos de alcohol.  Los que tenían más suerte eran internados en casas de templanza, donde se intentaba reeducar a estas personas “viciosas y corrompidas”. Estos centros empezaron a proliferan en Estados unidos en 1869 y se extendieron por otras zonas geográficas, llegando incluso a abrirse en España. Las curas forzosas en estos centros no solían tener ningún tipo de éxito. 

Los alcohlicos podían ser encarcelados por sus conductas inmorales, pero sin ningún tratamiento rehabilitador.
Los internamientos para los alcohólicos crónicos tenían como primera finalidad conseguir la abstinencia, pero no tenían el desarrollo farmacológico adecuado para evitar el síndrome de abstinencia o el delirium tremens, por lo que la privación de la bebida se iba realizando de manera gradual, añadiendo siempre pequeñas cantidades de alcohol a la dieta del ingresado. También vigilaban constantemente a los sujetos más dependientes o se decantaban por realizar “curas de sueño” con hidrato de cloral u opio. En algunos lugares sustituyeron el uso de alcohol por el de cocaína para eliminar los deseos de consumo en sólo 10 días, creando una nueva dependencia en los pacientes. 




Durante el siglo XIX e inicios del siglo XX se aplicaron diferentes tratamientos “médicos” para combatir la intoxicación aguda por alcohol. Consistían en inyectar amoniaco en pacientes muy intoxicados o en coma, usar sustancias que produjeran el vómito, lavados gástricos, hielo en la cabeza o irrigaciones frías, sangrías locales, inyecciones de estimulantes como café concentrado o alcanfor.  Muchas de estas técnicas eran peligrosas por su toxicidad o por el riesgo de producir aspiraciones respiratorias al hacer vomitar a personas con bajo nivel de conciencia.


Tirando bebidas alcoholicas durante
la Ley Seca en 1920
Las primeras medidas legislativas creadas en España respecto al alcohol aparecen a mediados del siglo XVIII. Se promulgaron leyes que intentaban regular la venta de bebidas alcohólicas (más tarde lo intentarían en EEUU con la “Ley Seca” de 1920). Los intereses económicos de las empresas de bebidas espirituosas consiguieron abolir estas leyes, por lo que nunca fueron medidas prolongadas en el tiempo. Este periodo coincide con la Revolución Industrial, cuando el problema de alcoholismo se disparó, debido al traslado de población rural a la ciudad en malas condiciones socio-económicas. También aparecieron medidas punitivas (castigos o condenas), en las que más que curar o rehabilitar se castigaba al bebedor. En 1933 la Ley de Vagos y Maleantes determinaba que los “ebrios habituales”  debían ser internados en casas de templanza por un periodo de entre 1 y 5 años. Estas recomendaciones perduraron en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970) que añadían otras medidas a parte del internamiento en casas de templanza, como la retirada del carné de conducir, la obligación de vivir en un sitio determinado o la prohibición de visitar lugares de venta de bebidas alcohólicas. No existían recursos asistenciales suficientes para internar a los alcohólicos, ni hacerles un seguimiento terapéutico adecuado.


Hubo que esperar a mediados del siglo XX para que se considerara el alcoholismo una enfermedad y no un problema moral que merecía el desprecio y la exclusión de la sociedad. El primer paso se dio en 1852, cuando el Dr. Magnus Huss publicó “Alcoholismus Chronicus” en el que definía al paciente alcohólico como una persona con dependencia al alcohol y que por ello tenía asociados otros problemas médicos, por lo que necesitaba un tratamiento médico, psicológico y social.  En 1960, Jellinek definió el alcoholismo como una enfermedad y, en los años siguientes, se empezó a diferenciar conceptos como síndrome de dependencia alcohólica, abuso de alcohol y problemas relacionados con el consumo de alcohol.  
Tras los trabajos de Pavlov se pensó que el condicionamiento podría ayudar
a que los alcohólicos se mantuvieran en abstinencia.
La figura del paciente en los últimos 40 años ha evolucionado, cuando finalizó la actitud paternalista por parte de los médicos. El paciente ha dejado de ser un sujeto pasivo, al que se le castiga por beber o se intenta corregir su actitud “inmoral”, pasando a ser un sujeto activo que toma la decisión de querer de dejar de beber. 
Las terapias actuales ya no son las técnicas aversivas con las que más que tratar se castigaba al paciente, sino que están encaminadas a la desintoxicación, deshabituación y rehabilitación del sujeto, para evitar las recaídas. Para ello es fundamental un abordaje multidisciplinar, coordinando recursos de atención primaria (médicos, enfermeros) y especializada (psiquiatra, psicólogo, trabajador social). Hay que motivar (y no obligar) al paciente para ser el motor de su propia curación, pues sin este deseo de mejoría no se consiguen resultados a largo plazo. 

En la proxima entrada hablaremos de los diferentes tratamietnos que se aplicaron en pacientes alcohólicos con mayor o menor efectividad. 

BIBLIOGRAFÍA: La mayor parte de lo expuesto en el tema lo he encontrado en una serie de 4 artículos publicados en "Historia del tratamiento del alcoholismo". Aquí el enlace al pdf donde encontrareis los artículos