Después de comentar en el post anterior las principales dificultades que teníamos en la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil, hablaremos hoy de los principales motivos de demandan que ocupan la consulta de psiquiatría
infantil, que están relacionados con el TDAH, trastorno general del desarrollo,
trastornos adaptativos y trastornos de conducta. La mayoría de trastornos mentales
graves se inician entre los 15 y 25 años, por lo que no son frecuentes de ver
en la consulta (aunque sí en otros dispositivos como hospitalización de agudos
u hospital de día). Describiremos las enfermedades
más comunes en la consulta de psiquiatría infanto-juvenil:
- El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es
un cuadro caracterizado por las dificultades del menor para centrar su atención
y un exceso de hiperactividad e impulsividad, que le impiden realizar las
actividades diarias acordes a su edad. Estos niños son descritos como
inquietos, que no prestan atención en clase, que hablan demasiado, tienen
dificultades para seguir las normas de los juegos e incluso en algunos casos
para relacionarse con iguales. Esto les produce dificultades para poder seguir
con normalidad el ritmo académico y la dinámica familiar. Que un niño sea
“revoltoso” no implica el diagnóstico, es necesario que haya una clara
repercusión en dos o más ámbitos de la vida del niño (personal, familiar,
académico y social). Es importante descartar que no haya un trastorno del
aprendizaje o que pueda tratarse de otro proceso neurológico. Los niños con
TDAH tienen más probabilidades de tener problemas de consumo de sustancias o de
conducta, por lo que el tratamiento debe de ser multidisciplinar. Se pueden
presentar exclusivamente síntomas de inatención o de hiperactividad.
El tratamiento se basa inicialmente en una terapia conductual, para enseñarles a organizarse, evaluar que conductas se quieren cambiar y reforzar los cambios positivos. Cuando esta terapia es insuficiente se recomienda iniciar tratamiento con Metilfenidato, un derivado de las anfetaminas (¡o noooo! ¡horrorrrrr!, para nada, es un fármaco seguro y se hace un seguimiento estrecho del menor, pronto haré un post exclusivo de TDAH).
Existe gran controversia en redes sociales y corrillos psiquiátricos sobre si es un trastorno real o una enfermedad inventada en las últimas décadas para la sociedad occidental. Tal vez este problema solo aparece en sociedades en las que los niños deben acudir a diario a la escuela y llevar un ritmo de estudio constante, por lo que aquellos que tienen TDAH tienen mayores dificultades para adaptarse.
- El Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) o Trastornos del
espectro autista (DSM5), es un
conjunto de diferentes cuadros, algunos con nombre y/o origen propios (como el
síndrome de Rett, el síndrome de Asperger…), que se caracterizan por la
dificultad del niño para establecer lazos afectivos con las personas que le
rodean. En muchos casos se asocia a retraso mental, a la no adquisición del
lenguaje verbal y escrito, a intereses restringidos y movimientos repetitivos.
La palabra “espectro” nos viene a decir que no todos los niños con autismo
tienen la misma gravedad de síntomas, pudiendo algunos con el seguimiento y el
trabajo adecuados, llevar una vida más normalizada. El origen de este cuadro es
desconocido en parte, pero la principal causa son las alteraciones genéticas y
secundariamente la interacción con factores ambientales que aún son
desconocidos. El tratamiento farmacológico es un “parche” pues no hay cura para
este cuadro, pero cuando hay alteraciones conductuales importantes puede ayudar
a que el niño este más tranquilo y sin agresividad.
En un post anterior hablamos de los falsos mitos acerca del origen de este cuadro.
- Los Trastornos del Ánimo y/o adaptativos, son aquellos en que aparece ánimo bajo, ansiedad o irritabilidad la mayoría de veces secundarios a situaciones adversas que viven los menores: separación de los padres, perdida de un familiar, dificultad para resolución de conflictos con familiares y compañeros, o problemas de acoso. Lo más característicos en estas edades es que el principal síntoma sea el enfado y la irritabilidad, no tanto la tristeza, lo que puede producir un retraso diagnóstico. Sólo los casos que no evolucionen bien serán subsidiarios de tratamiento farmacológico, siendo la fluoxetina el antidepresivo de elección. En menores con cambios bruscos de humor y tendencia a conductas impulsivas, con ánimo elevado, hay que tener una especial vigilancia de que no pueda tratarse de un futuro trastorno bipolar.
- Los Trastornos conductuales son una fuente importante de demanda
en las consultas de psiquiatría y psicología infantil. Aunque están recogidas
en los manuales diagnósticos no podemos decir que sean una patología como tal,
pero sí que crea dificultades para la adaptación al medio familiar y social.
Algunos de estos trastornos están asociados a otras patologías como el TDAH o
el TGD, en otros casos aparecen en un contexto socio-familiar en el que no se
ponen límites claros a los menores o aprenden conductas inadecuadas de sus
cuidadores.
El caso más extremo es el Trastorno disocial que se caracteriza por una forma persistente y reiterada de comportamiento disocial, agresivo o retador, con violaciones, en sus casos más extremos de las normas sociales establecidas para su edad y características sociales. Son niños capaces de agredir a iguales, ser crueles con animales, falta de simpatía y bondad, con tendencia a la irritabilidad. Se ha dicho de estas personas que, aún sin tener ningún tipo de dificultad en su intelecto, se comportan como dominados por una rabia instintiva. Estos menores disociales, en el caso de no conseguir adaptarse a las normas sociales pueden acabar convirtiéndose de adultos en psicópatas. El origen del cuadro a día de hoy no es claro, ningún factor por separado justifica el 50% de los casos y combinado tampoco alcanza al 70%, es una suma de factores genéticos, familiares, socioculturales, psicológicos y biológicos. El tratamiento será individualizado, con mayor éxito mientras más tarde aparezcan este tipo de conductas.
En la Unidad de Salud Mental
Infanto-Juvenil también se tratan otras patologías como los tics, la euneresis,
trastornos de la conducta alimentaria, del sueño, de la identidad sexual… Los
menores también desarrollan trastornos mentales graves, que son la
esquizofrenia, el trastorno bipolar, los trastornos depresivos o el trastorno
obsesivo-compulsivo. Estos trastornos graves son de difícil manejo en la
consulta en el momento de inicio o en las reagudizaciones, por ello en España
cada vez se crean más plantas de hospitalización psiquiátrica infantil,
hospitales de día y otros dispositivos para hacer un seguimiento y tratamiento
más estrecho e individual.
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