¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?
La ansiedad es una respuesta de nuestro organismo ante una situación nueva o amenazante. Esta respuesta es innata y ha ido desarrollándose a lo largo de la evolución en todas las especies. Cuando presentamos ansiedad nuestro cuerpo se prepara para huir o defenderse, por lo que hay un aumento de la tensión muscular, un estado de mayor vigilancia o un aumento de la tensión arterial o la frecuencia cardiaca. La persona también se puede sentir inquieta o con cierta incomodidad. La ansiedad no es mala, es un pequeño motor que nos empuja a adaptarnos a los problemas y retos del día a día. Pero, cuando es desproporcionada o persiste en el tiempo, es cuando nos referimos a la aparición de síntomas de ansiedad en el contexto de un trastorno de ansiedad. La sensación de malestar se agiganta y nos invade a lo largo de todo el día, estamos inquietos y se puede traducir en una tensión muscular continua, con temblores, sudoración o contracturas musculares. Llega la noche y muchas personas no consiguen descansar, les cuesta dormirse o se despiertan continuamente. Todo ello supone un desgaste tanto mental como físico, por lo que muchas personas están cansadas todo el día, como si acabaran de hacer una maratón. A nivel cognitivo estamos centrados en ese "peligro" por lo que es difícil concentrarse en otras tareas y puede aparecer una sensación de bloqueo, de no poder hacer nada. Cuando las personas sufren un trastorno de ansiedad acaban desarrollando estrategias para no tener tanta ansiedad, pero algunas de ellas empobrecen mucho su vida, pues suelen ser conductas evitativas para evitar las situaciones que mayor ansiedad les desencadena. Si no se trata a tiempo aparece ansiedad anticipatoria y conductas evitativas incluso en situaciones que previamente no habían supuesto ningún tipo de estresor.
CÓMO SE DIAGNOSTICA
El diagnóstico de la ansiedad es clínico, es decir, se basa en la identificación de los distintos síntomas que la conforman y la evolución del proceso. Cada vez hay una mayor sensibilización sobre los trastornos de ansiedad por lo que sus síntomas son mejor identificados y su diagnóstico se hace de manera más precoz.
Además, la ansiedad está relacionada con otras patologías, pudiendo ser un desencadenante, producir una peor evolución de la otra enfermedad o, no hay que olvidarlo, la ansiedad puede ser síntoma de otra enfermedad y no de un trastorno psiquiátrico. Esto es muy importante a la hora de enfrentarse a un paciente con ansiedad, porque hay que hacer un buen despistaje de enfermedades endocrinas y cardiacas que pudieran justificar la clínica de ansiedad. Por otro lado, la mayoría de personas conoce las crisis de ansiedad o los ataques de pánico, que son muy llamativos pues la persona presenta un cortejo importante de síntomas físicos como palpitaciones, sudoración profusa, temblores, sensación de ahogo o dolor en el pecho, la persona puede pensar en ese momento que va a morir o que va a perder el control. Pero, cuando los medios se refieren a los síntomas "silenciosos", describen síntomas de ansiedad menos conocidos como pueden ser la facilidad para fatigarse, la dificultad para concentrarse, problemas de sueño o irritabilidad persistente.
TIPOS DE TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Existen distintos tipos de trastornos de ansiedad, según la etapa del desarrollo evolutivo de la persona que lo padezca y según los síntomas asociados. Ya en la etapa infantil las personas pueden presentar ansiedad, algo que muchas veces es desconocido. Los niños pueden presentar un trastorno de ansiedad por separación, desarrollando un malestar desproporcionado a su edad cuando se van sus principales figuras de apego, con pensamientos de que algo malo les puede ocurrir. Mientras más pequeño es el niño, más dificultades va a tener para explicar lo que le sucede, por lo que muchas veces los síntomas que se observan pueden ser rabietas o somatizaciones, como dolor de barriga, vómitos o cefaleas. También se da en niños el mutismo selectivo, que impide expresarse verbalmente en situaciones sociales específicas, como el cole o una actividad extraescolar, con una comunicación totalmente normal en otros ámbitos. Existen trastornos de ansiedad que están acotados a situaciones muy concretas, son las conocidas fobias y son realmente el trastorno más frecuente en la población general. Dependiendo del objeto que la desencadene puede producir mayor o menor repercusión en la persona; no es muy problemático en nuestro entorno la fobia a arañas, pero si a perros, pues estos segundos nos los encontramos a cada paso por la calle. Algunos trastornos de ansiedad se dan por "picos", sin presentar ansiedad la mayor parte del día, pero sufriendo ataques de pánico de manera repentina. En cambio, el trastorno de ansiedad generalizada consiste en una ansiedad continua a lo largo del día, por una preocupación desproporcionada por problemas propios o de familiares, tanto en el ámbito personal, como laboral o escolar. Las personas que lo sufren pasan gran parte del tiempo dándole vueltas a las mismas cuestiones, sin tener capacidad de actuación, lo que les dificulta la realización de otras tareas de su día a día. Se sienten agotados e irritables, con una sensación de impotencia. La mayoría de problemas por los que están preocupados son reales y pueden ser graves, lo que hace que normalicen ese malestar porque "cómo no van a encontrarse mal con los problemas que tienen". Eso puede hacer que se tarde mucho en consultar a un profesional.
QUÉ TRATAMIENTOS EXISTEN PARA LA ANSIEDAD
Existen multitud de tratamientos que se pueden ofrecer en las Unidades de Salud Mental. La psicoterapia y las técnicas de relajación son una parte del tratamiento que van a ayudar al paciente a medio y largo plazo a mejorar de los síntomas de ansiedad, mejorar su sensación de autocontrol y saber gestionar mejor sus emociones y la estructuración de su día a día. Seguir unas rutinas diarias saludables también ayuda a mejorar los síntomas: hacer actividad física, comer adecuadamente y dormir las horas necesarias es muy importante. Cuando no se logra realizar estas estrategias por la intensidad de los síntomas o el estilo de vida, es cuando nos planteamos la intervención farmacológica. El principal tratamiento es a través de los antidepresivos, que no solo son útiles para la depresión, sino para otros muchos trastornos. Los ansiolíticos, como las benzodiacepinas, pueden ser una ayuda al inicio del tratamiento cuando los síntomas de ansiedad son intensos o como apoyo en los momentos de crisis, pero su prescripción en general debe estar limitada a los periodos de crisis, como medicación de rescate o en una pauta de unos 2 meses como máximo hasta que los antidepresivos hagan efecto. Es importante conocer los hábitos de consumo de tóxicos en estos pacientes pues muchos, debido a la ansiedad, han aumentado el consumo de tabaco o consumen alcohol para aliviar los síntomas. El tratamiento tiene que tener en cuenta también estos aspectos y el médico debe tener una especial sensibilidad para que la persona no se sienta juzgada. Cuando los síntomas no remiten debemos volver a reevaluar al paciente, para estar seguros de que "solo" es ansiedad y no hay otra patología médica asociada, antes de comenzar a utilizar otro tipo de tratamientos como los neurolépticos o los anticonvulsivos, utilizados en nuestro campo para estabilizar el ánimo o regular conductas. Es muy importante que los profesionales trabajen coordinados, den pautas que no se contradigan y el mensaje sea claro y sencillo, porque hasta que el paciente no mejore un poco, le puede resultar abrumadora tanta información.
Este es un blog divulgativo, que pretende acercar al publico general información sobre los distintos problemas de salud que tratamos los psiquiatras. Si crees que puedes tener algún problema de salud, consulta con tu médico de referencia.